Abel Arana o el maricón apolítico

¿Qué tal, Abel?: 

Déjame que te cuente, limeño:

Érase una vez dos niños que de repente pierden a su padre en las postrimerías de la Guerra Civil. Su madre, sin muchos medios, los manda de Palencia a Guipúzcoa para que vivan en casa de un tío. Uno de ellos se asienta en Rentería y forma una familia. Los años se suceden y la familia regenta un buen negocio en la, entonces, región más próspera de España; la vida les sonríe. Aunque hay terrorismo y no están nada contentos con la situación, ellos se dedican a trabajar y a no meterse en política. Los años van pasando hasta que llega la jubilación. Una hija ha abandonado Vasconia; un hijo se ha convertido en neoeuskaldún – los padres prefieren no preguntarle qué piensa o a qué se dedica-; los otros hijos se van adaptando y doblegando a lo que hay.

Él se considera totalmente integrado en el pueblo. Incluso ahora, que ya está jubilado, está ilusionado con dedicar aún más tardes libres a dar clases gratis de ajedrez en la asociación cultural del pueblo, como ha estado haciendo durante casi treinta años. Esta tarde fría lleva ya como dos horas sentado en el banco enfrente de su casa. En la asociación cultural le han dicho que ya no le necesitan porque no puede dar las clases de ajedrez en euskera. Cuando muera tres años más tarde, querrá que le incineren y hará que dispersen sus cenizas a los pies del Cristo del Otero de Palencia, a donde no había regresado desde que su madre muriera, ya no recordaba hacía cuánto.

 Cristo del Otero de Victorio Macho, Palencia

Nos dices: SOY ABSOLUTAMENTE  APOLÍTICO. Nos pides que respetemos tu decisión de no ir a votar. Tu persona merece todo el respeto del mundo, faltaría más, pero esta decisión tuya concreta de no votar es, como mínimo, cobarde y suicida.

Ya me gustaría a mí vivir en un país desarrollado que, por muy en manos como dices tú, que esté de la Banca y las Corporaciones, funcionara; donde en circunstancias normales podría pasar de la política y dedicarme a mi vida de muscoloca. Pero bien sabes tú que las circunstancias de España hoy, no son las de un país europeo normal. Como vasco me irrita sobremanera que puedas pasar por alto sin votar, los ataques y agresiones a Cristina Otaola, María San Gil, Gotzone Mora o Rosa Díez, y sobre todo, el sufrimiento infinito de personas como la de la historia del principio, que sufren en silencio, esperando que la gente vote por los buenos. Igualas las ignomias sin fin de z con el desliz del PP al pretender cambiar el nombre de la Ley del Mariconio o porque, por ahora, no quiera que los sodomitas adoptemos.  

Qué raudo y veloz has salido para limpiar tu nombre de posibles apoyos a Rajoy. No te engañes porque los zeroluelos saben muy bien que no eres de los suyos. Tal vez algún día te entreviste la Nierga, vayas a la SeCta o estés en algún programa de telebasura en Telecinco o Antena 3. Me encantaría saber si podrás soportar la fetidez de esos ambientes, me temo que sí. 

Quiero que sepas que el miedo que puedas tener a que la gente de la cultura te haga el vacío no es nada, si lo comparas con el miedo que tendrías que tener, a, como creador, no defender tus propias ideas, o no desafiar lo establecido caiga quien caiga o, incluso peor, no tener ideas propias. Por esa razón y no porque no votes a Rajoy o a Díez, te retiro mi interés por leer tu libro.

(Corrección: Abel Arana al final votó. Más aquí: Abel Arana o el ciudadano maricón.)

Mi amante afrocaribeño (1/3)

Mi amante finlandés (1/5)

¿Cuándo abriréis los ojos de una puta vez?