El català és una puta merda

Esta entrada se la dedico especialmente a Sirventes y a Boigandreau, a los que personalmente les dije que iba a escribir algo para responderles, pero también a Galahan y a Flanagan, con los que ayer tuve una acalorada discusión cibernética.

Mi libro de literatura española de segundo de BUP allá a principios de los ochenta, cuando Almodóvar aún era empleado de Telefónica y el SIDA todavía no nos jodía la vida, el año después del 23F, en el mismísimo año de la llegada al poder de González, tenía reservado el último capítulo a las literaturas en otras lenguas de España. Por supuesto, que el profesor no las mencionó ni una sola vez, pero allí estaban, como diciendo: Nosotras pertenecemos aquí dentro. Mi pervertida curiosidad me hizo toparme con el poema de Salvador Espriú, la pell de brau (la piel de toro), ese fue mi primer contacto con la llengua catalana.

A nosotros, jóvenes de la transición, por lo menos en la ciudad de provincias donde yo me crie, se nos enseñó que España era un país plural donde había nacionalidades y regiones. Esas nacionalidades tenían una peculiaridad lingüística que formaba parte de nuestro acervo cultural. Por entonces, e incluso más en las generaciones anteriores, era muy fácil que la gente estuviera familiarizada con los cantantes de la nova cançó. Qué bonito eso de Al vent (Al viento):

 

A nosotros se nos hizo creer que había habido una injusticia con esa parte de nuestra cultura, que había que recuperarla porque estaba en peligro. Entonces no hicimos caso ingenuamente a los primeros que, como los del Manifiesto de los 2300, ya en el año 1981, nos alertaban de la discriminación de los no catalanohablantes en Cataluña. Los suscribientes de ese manifiesto no recibieron apoyo ni por parte de los intelectuales de Madrit ni por parte del gobierno central. Así tras el tiro en la pierna de la organización terrorista catalana Terra Lliure a Jiménez Losantos, todos abandonaron en desvandada la región, se refugiaron en la vida privada o se fueron adaptando a las exigencias de los naZionalistas. Claro, también eran los años de hierro de la banda terrorista ETA, en los que a las víctimas se las sacaba vergonzosamente por la parte de atrás de las iglesias. La primera y única resistencia fuerte a la dictadura naZionalista catalana había sido derrotada con la ayuda del terrorismo catalanista. Pujol y compañía ya no tendrían oposición a su projecte nacional.

Pero de eso no nos enterábamos porque no se hablaba, o si se hablaba era de pasada y se les ponía a esos crispadores, que sólo eran oídos por grupúsculos de la derecha, el sambenito de gente franquista y anticatalana -¿os suena esa música de algo?. Para mí, por entonces bachiller, España vivía una época dorada, la transición era un éxito, éramos la admiración del mundo y yo estaba orgulloso de formar parte de eso. Eran los años de González, del paro de dos cifras, de la entrada en la CEE, de la corrupción generalizada y de mis hormonas alborotadas. Eran los años de la movida.

Ahora recuerdo con sonrojo lo que me emocionaba escuchar: «No. Jo dic no, no. Diguem, no. Nosaltres no som d´eixe món»:

Todavía me sonroja más, e incluso me da más rabia aún, por la cara de gilipollas que se me queda, al recordarme cantar:

Porque cuando yo cantaba eso, no me daba cuenta de que cuando ells deien, no (ellos decían, no )  o querían tumbar l´estaca (hacer caer la estaca) no estaban diciendo, no, o querían hacer caer la dictadura, como yo creía, en realidad decían, no a mi país y querían destruir mis libertades. 

Yo tengo algo personal contra los naZionalistas. Ellos no sólo engañaron a los que trajeron la democracia a España pensando que si se les daba una autonomía amplia serían fieles a la constitución, sino que me traicionaron a mí personalmente, haciendo añicos esa certitud de mi juventud, de vivir en una nación donde todos teníamos los mismos derechos en cualquier parte del país. El país con la mejor cultura, la mejor gente, la mayor calidad de vida y el mejor sistema de gobierno del mundo.

Gracias, Winstanley.

Carta oberta a tu

Mi amante, el historiador (1/3)

Mi no amante montañés

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